En América Latina, el uso de plaguicidas causa la intoxicación aguda y crónica de millones de personas, incluyendo consecuencias fatales, muchos de ellos niños, sin embargo, a nivel de la salud pública de los países se trabaja poco en la prevención y menos en la articulación con el sector productivo para buscar soluciones. Existe un negacionismo preocupante sobre los efectos de los plaguicidas en la salud de los aplicadores, consumidores y el ambiente.
Actualmente organismos multilaterales de la alimentación (FAO) y la salud (OMS) así como redes internacionales (PESTICIDE ACTION NETWORK) manejan informaciones científicas de efectos en la salud y en el ambiente o en otros organismos vivos, que pueden causar los plaguicidas y amplían los criterios para restringir o eliminar aquellos que producen por ejemplo: cáncer, tienen efectos en la descendencia (mutagénicos) o reproductivos, tienen una alta toxicidad por el contacto o uso, los que estén restringidos por los convenios internacionales o causan graves o irreversibles efectos en el ambiente. Los plaguicidas que entran en esta lista son llamados PLAGUICIDAS ALTAMENTE PELIGROSOS (PAP) cuyo uso es muy común en nuestro país y en América Latina.
Organizaciones sociales y de consumidores de todo el mundo reclaman protección a sus autoridades, en especial del ámbito de la salud y se reivindica el derecho básico de que la salud pública debe estar por sobre los intereses económicos. Se debe priorizar la salud de la población, tanto de productores, comunidades rurales afectadas por la proximidad de las pulverizaciones de cultivos extensivos y consumidores en general.
Un aspecto critico en la gestión de plaguicidas en nuestro país se relaciona con la poca articulación entre sectores de la Salud, la Producción el Ambiente y el déficit en el monitoreo de la implementación de las normativas y la fiscalización del cumplimiento, en especial de aquellos que involucran derechos de terceros.
Con toda esta problemática que se agudiza en función a la expansión de cultivos de exportación, a nivel internacional el 3 de diciembre de cada año se recuerda el Día Mundial por el no Uso de Plaguicidas, fecha establecida por las 400 organizaciones miembros de la Red de Acción en Plaguicidas, PAN Internacional (Pesticide Action Network), en 60 países, recordando a las más de 16 000 personas fallecidas a consecuencia de la catástrofe de Bophal, India, ocurrida en 1984 por el escape de 27 toneladas del gas tóxico metil isocianato, utilizado en la elaboración de un plaguicida de la Corporación Unión Carbide. Este desastre químico ocurrió en un área densamente poblada y sólo en los tres primeros días murieron 8.000 personas.
La Red de Acción en Plaguicidas y sus alternativas para américa Latina- RAPAL, miembro de PAN International, viene desde el año 1985 alertando sobre la toxicidad de los plaguicidas y los efectos en la salud, así como de los cultivos con organismos genéticamente modificados. En nuestro país a través de ALTER VIDA, miembro de la Red se difunden informaciones y propuestas sobre alternativas al uso de plaguicidas a través de la Agroecología y la producción orgánica.